Llegar a un museo es entrar a un universo personal y al mismo tiempo, es compartir emociones y sentimientos. Observar la obra es entablar un diálogo con el discurso plasmado en el lienzo, es como entrar a las emociones del artista que plasmó en su obra y pedazo de su vida hecha emoción.
Porque el artista no sólo usa la paleta cromática sino todas esas sensaciones con las que convive cotidianamente y posteriormente deja salir para tomar formas y colores.
Todo ello es lo que me dice la obra de Lorena Barros, un universo increíble, maravilloso y onírico, dónde lo mismo captura la esencia de bacterias y elementos convirtiéndolos en sensaciones coloridas, que nos invita a un viaje al cosmos y sus lunas nos revelan el misterio del universo. Colores cargados de sensaciones de libertad, en Un sendero a lo absoluto.
La obra de Lorena no nos deja impasibles, nos invita al diálogo, a enfrentarnos a nuestras emociones y dejarlas conversar con el cuadro que tenemos enfrente y eso es lo interesante, cada espectador percibe algo diferente.
Lorena no se limita y lo mismo nos presenta el mundo microscópico de bacterias y virus a los que aprendió a observar con otros ojos gracias a su hija, que el cosmos y sus maravillas, destacan sus hermosas lunas y toda la poesía que hay detrás de este satélite.
Y de esa forma, un bosque diminuto de seres adquiere otras dimensiones gracias al pincel de la artista quién reinterpreta la realidad y nos invita a un mundo de fantasiosas formas y figuras coloridas.
También las emociones –o su esencia- son captadas por su pincel de prodigiosos colores, de texturas únicas como su universo personal.
Sin embargo, son sus lunas y la poesía que este cuerpo celeste inspira, la que nos enamora al recorrer la exposición, y nos llena de gozo y de magia.
Lorena Barros y su Sendero a lo Absoluto te esperan en al museo de la Ciudad de León hasta el 19 de mayo para compartir esta experiencia única.
Fotos: Alejandra Abasolo
