La Judea de Purísima: colorida tradición guanajuatense

Con un lleno impresionante, este Viernes Santo no hubo más encierro, la gente salió a la calle con deseos de vivir su tradición, de regresar a sus costumbres, de volver a vivir de cerca esas tradiciones que fueron inculcadas por los mayores y que han pasado celosamente de generación en generación.

 En Purísima del Rincón la Semana Santa se vive de una manera única, gracias a una expresión centenaria: la Judea, un movimiento de teatro popular de contenido profano-religioso, heredado por Hermenegildo Bustos, el célebre artista popular originario de aquel municipio.

Bustos ideó esta tradición para darle vida al tradicional viacrucis y lo logró. Fue tanta su pasión por esta tradición que él incluso diseñó personajes enmascarados altamente llamativos que han conservado su fisonomía hasta nuestros días.

Fue en 1872 cuando la Judea purimense se realizó por primera vez, de modo que en este 2022 cumple 149 años de tradición. Sus distintivas máscaras de madera son elaboradas por artesanos del municipio y representan de forma sarcástica al pueblo judío, en especial a la turba que aprehendió y dio muerte a Jesús.

Aunque es una escenificación y se utilizan varios trucos para que los actores salgan lo menos lastimados posibles, de cualquier modo, la acción física es muy real, de tal forma que, tras los golpes y caídas, de vez en cuando termina algún actor con sangre en la vestimenta.

El protagonista de esta tradición es el traidor más odiado y repudiado de la religión católica: Judas Iscariote, aquel discípulo que vendió a su maestro por unas monedas de oro.

Durante los días santos, los habitantes de Purísima salen con las máscaras representativas: Judas, el Ranchero, la Oriental, Malco, el Tiempo, el Diablo Mayor, el Diablo Menor y otros personajes. Es una representación paralela al Via Crucis, pero con un tono burlón, que desemboca con el deseado final funesto de Judas Iscariote.

Esta tradición comienza el Miércoles Santo, cuando es la primera salida de la Judea. Antes de la pandemia, alrededor de 300 participantes se volcaban a la calle con sus máscaras hechas de árbol de colorín, coloreando el espacio público con sus túnicas y turbantes. En esta procesión y hasta el prendimiento de Jesús, Judas Iscariote porta una máscara blanca, que al día siguiente será negra, figurando una hinchazón provocado por golpes: una desfiguración simbólica como castigo por haber vendido al hijo de Dios.

El Viernes Santo por la mañana está dedicado a la representación de la sentencia, viacrucis y crucifixión de Jesús; para posteriormente, hacia las 3 de la tarde, llegue el momento culminante de la Judea: la persecución final de Judas, que termina con su ahorcamiento en el jardín principal de Purísima, a pocos metros del Museo Hermenegildo Bustos.

Cuando todo termina, bajan a Judas de la horca y se va al infierno, pero no sólo él, sino todos los que participaron en la muerte de Jesús. Músicos de la localidad comienzan a entonar melodías con trompetas y tambores, además de que se muestra el arrepentimiento y el delirio del protagonista de la Judea.

Año con año, esta bella tradición, la más importante del municipio, se lleva a cabo en las calles del centro de Purísima, congregando hasta 20 mil personas, en 2020 y 2021 la representación fue virtual pero este 2022 nuevamente regresó la actividad a la calle, los ríos humanos crecieron bajo el sol canicular, pero no importó, chicos y grandes se congregaron para revivir una vez más su tradición. La Judea vive.

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