84 años ha visto pasar la vida, desde los 14 años empezó a estudiar pintura, a él siempre le gustó el dibujo desde que cursaba la primaria, a los 13 años tuvo un accidente en la mano y estuvo a punto de perderla, confiesa que no le gustaba estudiar y pensó aprender un oficio, Un hermano mayor tenía un estudio fotográfico a donde José Martínez empezó a acudir, y ahí llegó un señor de la ciudad de México, Luis Figueroa, el cual pintaba bajo la técnica de pastel y hacía retratos, el maestro José le mostró sus dibujos y el señor de México lo invitó a asistir con él y fue quien le dio las bases pero después Manuel Chaín lo invitó también a su estudio, sobre todo cuando Luis Figueroa regresó a la ciudad de México.
El pastel, combinado con fotografía y aerógrafo es lo que más le gusta, a los 22 años se independizó, para esa época ya contaba con sus herramientas y puso su estudio y se dedicó a ser retratista “Y de esto viví y saqué adelante a mi familia. Yo hice retrato y eso tiene una gran carga emocional, de recuerdos, restaurar una fotografía que se daña. Entonces la gente quiere conservar sus recuerdos. Un retrato debe ser muy sincero, muy lleno de detalles, porque la persona no busca si quedó bonito o quedó feo, simplemente que sea la persona. El cliente no tiene por qué saber de técnicas, simplemente, que le guste lo que hace”.
El óleo es más costoso, no se valora, la técnica, el sentimiento, las horas empleadas en realizar los retratos, Muchas veces, no se gana lo que se invierte en cuestión de tiempo. A veces uno se entretiene porque debe de quedar como la foto.
En su casa particular, adaptó una recámara a manera de estudio, sin embargo, decidió salirse al centro y rentar un estudio donde la gente lo viera, se ubicó en la calle Juárez, muy cerca de la escuela Modelo y de la terminal de los camiones que van a San Pancho y ahí mucha gente conoció su estudio, el cual duró 6 años y a la muerte del dueño de la finca, se cambió a la calle 5 de mayo donde se ubicó arriba de una conocida zapatería, donde estuvo trabajando durante 28 años. “Mucha gente, no sabía ni como me llamaba, pero me recomendaban y así me llegó el trabajo, me pedían un retrato y luego otro y otro o me recomendaban”
Nunca se le dio la docencia pese a que no faltó quien se acercara a pedirle clases “llegaron muchachos, señoritas, me daba pena, pero les dije que no, porque es un trabajo de mucho tiempo. Yo recordé de mí mismo y lo que trabajé 8 años para lograr las cosas, no es algo que se haga de un día a otro”.
El recuerdo de Eloísa Jiménez, Antonio Segoviano y otros de sus alumnos
Conoció a Eloísa Jiménez por una casualidad y se hicieron grandes amigos, “Ella pintaba retratos de manera admirable, algunos en hueso y otros materiales, hacía trabajos medianos pero muchas en tamaño pequeño, tipo medallones, ella nunca vendió su trabajo, ese fue su error, ella quiso conservar su obra y la visita a su casa, era obligada cuando llegaban grandes personalidades a la ciudad, fue de la manera como se dio a conocer su obra”.
Al maestro Antonio Segoviano lo conoció por uno de sus alumnos que era amigo del maestro José. Antonio Segoviano no enseñaba a pintar, primero les daba todas las técnicas del dibujo y hasta que lo dominaban pasaban a los colores, en ese proceso, muchos se desesperaban porque ya querían empezar a pintar, pero el maestro les decía: Toma tus cosas y vete, no podemos pasar hasta que no aprendas a dibujar como debe de ser. No fue mi maestro pero aprendí de verlo y era muy estricto, pero muy buen maestro pero como persona, era un excelente ser humano. Me daba consejos”.
Guara muy buenos recuerdos de Eloísa Jiménez, de Antonio Segoviano. También recuerda a Tobías Villanueva, quién tenía su estudio por la calle Justo Sierra, a Juan Bosco. Tobías Villanueva le propuso enseñarle pero tenía que dejar el pastel y dedicarse al óleo, pero el maestro José ya tenía su clientela que le gustaba el retrato en pastel.
También conoció a Lázaro Zambrano, quien tenía su estudio en el Pasaje Catedral, ahí conoció a otros amigos del artista, uno de ellos venido de la ciudad de México quien ya colaboraba en San Carlos. Hay una anécdota, en una ocasión vendió una “marina” y la persona regresó y le platicó que vendió la “marina” a otra persona quien le dio una “marina” más grande y dinero, porque era mucho mejor la obra de Zambrano “Y es que era mucho mejor la técnica de Lázaro Zambrano, no por nada fue alumno de Segoviano cuyo único defecto es que los enseñó a pintar muy bien, pero no a cobrar”.
De los pintores actuales, dice conocer a muy pocos pues casi no sale, menciona a Marco Antonio Aguilar, a quien le ha dado orientación, pinta bodegones, es hábil, también pinta dibujos al carbón. Y es que para ser un buen pintor, se debe de dominar el retrato.
A la gente joven que desea dedicarse a la pintura, les indica el pintar todos los días, no hay secretos, es pintar por lo menos 4 horas y si se tiene la habilidad, salen adelante, Hay que tener mucha disciplina, sobre todo en el dibujo, “Yo no entiendo la pintura contemporánea, a mí no me dice nada, pero así es la pintura”.
Antes de retirarme, advierto un gran retrato realizado a Roberto Plasencia Saldaña, ya anteriormente había realizado el de su padre, el cual el propio Roberto Plasencia adquirió, también me muestra retratos de gente como Manuel Álvarez y sus padres, de Salvador Oñate, del padre Pablo de Anda, todos ellos han quedado plasmados por sus pinceles para la posteridad.